SITIO DE MALTA, Del 18 de mayo al 11 de septiembre de 1565

En 1565 más de 40.000 turcos se disponían a conquistar el último bastión de los antiguos caballeros de la Orden de San Juan en el Mediterráneo. El heroico rescate allí acontecido forma parte de la más orgullosa página de la historia del ejército español.

«El Gran Maestre dijo que podría relevarlos si los caballeros tenían miedo de morir del modo que les había ordenado. Aunque avergonzada, la guarnición se mantuvo firme»

A finales de 1522 los Caballeros de la orden de Malta, habían sido expulsados de su base en Rodas por el sultán del Imperio otomano, Solimán el Magnífico, tras un sitio de seis meses. Entre 1523 y 1530 los Caballeros no tuvieron asentamiento alguno, hasta que el rey de España Carlos I les ofreció las islas de Malta y Gozo a cambio de un pago simbólico anual, consistente en un halcón, que se enviaría al Virrey de Sicilia y una misa a celebrar el Día de Todos Los Santos.

Situada estratégicamente al sur de Sicilia y casi equidistante de las costas libias y tunecinas, Malta controlaba las rutas comerciales entre el mar Mediterráneo Occidental y el Oriental, así como las que unían la península itálica y el Norte de África. Dotada de excelentes puertos naturales, su caída en manos turcas hubiera tenido consecuencias nefastas para la Europa cristiana.

Los almirantes otomanos veían peligrar cada vez más sus negocios de Berbería, por lo que enviaron innumerables cartas al Gran Solimán solicitando que atacase la estratégica isla de Malta. finalmente decidieron atacar la isla. Inmediatamente, el Sultán le ordenó a Pialí Bajá, el almirante de su flota, que comenzara la juntanza de navíos, gente de remo, hombres de armas, artillería, municiones, bastimentos y todo el aparato necesario para la campaña.

A principios de 1565, el Gran Maestre de la orden (Jean de la Valette) recibió informes de sus espías en Constantinopla sobre una invasión que se estaba preparando. Valette cometió una grave falta de previsión, al empezar con retraso las medidas defensivas más elementales: reclutar soldados en Italia, acumular víveres y acelerar los trabajos de reparación y reestructuración en los fuertes de San Ángel, San Miguel y San Telmo, evacuar a los civiles y llevar a cabo una estrategia de tierra quemada en Malta y Gozo, complicando el avituallamiento enemigo. Valette dudó antes de tomar tan duras medidas por la cuantía del gasto y la creencia de que el enemigo no llegaría antes de junio, cuando realmente se presentó el 18 de mayo de 1565.

Jean de la Valette, Gran maestre de la Orden de Malta

La Valette había decidido que era mejor táctica esperar en los fortines, y desgastar poco a poco a los otomanos con salidas fugaces de caballería, en espera de la llegada de refuerzos.

El Gran Turco, en la cumbre de su poderío, había reunido para la toma de Malta una de las más grandes armadas vistas hasta entonces. Las fuerzas de combate se estiman así:

El viernes 18 de mayo se divisó la llegada de la escuadra otomana a unas treinta millas hacia levante. 130 galeras, 30 galeotas, 9 mahonas, 10 bajeles, y 200 caramuzales portaban casi 50.000 efectivos, temerarios aventureros de mar y de guerra que iban a veces vestidos con pieles de leones y plumas de aves rapaces. Traían una gran batería de artillería, municiones y provisiones para seis meses.

Los turcos tardaron varios días en desembarcar su ejército, con gran estrépito de clarines, trompetas y atabales. La Valette había decidido que era mejor táctica esperar en los fortines, y desgastar poco a poco a los otomanos con salidas fugaces de caballería, en espera de la llegada de refuerzos. Así, el 24 de mayo comenzaron a atrincherarse en torno al pequeño fuerte, instalando 21 cañones de batida y empezando de inmediato el bombardeo. El lunes 28, los cañones turcos comenzaron a escupir sus proyectiles de fuego contra las defensas de San Telmo, la Ciudad Vieja, el Burgo y San Miguel.

Ubicación de las defensas cristianas

El Fuerte de San Telmo estaba defendido por aproximadamente 100 caballeros y 500 soldados, a los que de la Valette había ordenado luchar hasta el final. El continuo bombardeo redujo el fuerte a escombros en menos de una semana. El 8 de junio los caballeros se encontraban al borde del motín y enviaron un mensaje al Gran Maestre pidiendo permiso para hacer una salida y poder morir con la espada en la mano. El Gran Maestre dijo que podría relevarlos si los caballeros tenían miedo de morir del modo que les había ordenado. Aunque avergonzada, la guarnición se mantuvo firme, rechazando numerosos asaltos del enemigo, prolongando hasta un mes la toma del fuerte.

Fuerte de San Telmo en la actualidad

Finalmente, el 23 de junio, los turcos consiguieron tomar lo que quedaba del fuerte de San Telmo, matando a todos los defensores excepto a nueve caballeros que fueron capturados por los corsarios y un pequeño puñado que logró escapar. El asedio al fuerte de San Telmo había costado a los turcos nada menos que 6.000 bajas, incluyendo la mitad de sus mejores tropas, los jenízaros. En ese sentido fue una verdadera victoria cristiana por los hombres y el tiempo perdidos de los otomanos (casi un mes justo) cuando el mando turco había calculado tres o cuatro días.

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El fuego continuo fue espantoso (se tiraron más de 130.000 proyectiles)…

Aunque el virrey de Sicilia no se había puesto todavía en marcha con el prometido socorro y a pesar del férreo bloqueo turco, seguían llegando refuerzos cristianos a la isla lo que subió la moral a las tropas defensoras. Muchos caballeros murieron bombardeados en sus galeras antes de ni siquiera tocar tierra.

Se lanzaron entonces los otomanos contra la segunda línea de defensa. Decidieron bombardear el Burgo y Senglea con toda su artillería hasta que no quedase piedra sobre piedra. El fuego continuo fue espantoso (se tiraron más de 130.000 proyectiles) y cuando los bastiones quedaron suficientemente destruidos, se ordenó otro asalto masivo. En esta ocasión, los turcos lograron atravesar las murallas de la ciudad y, a pesar de que el Gran Maestre (con 70 años) combatía en primera línea, su derrota parecía segura. Pero en el último momento, los invasores retrocedieron inesperadamente.

Ofensiva otomana contra la ciudad

La razón fue que el capitán de caballería Vincenzo Anastagi, en su salida diaria desde Mdina, en el interior de la isla, había atacado el desprotegido hospital de campo turco, masacrando a los enfermos y heridos y desorganizando la retaguardia turca. Los turcos, pensando que habían llegado los refuerzos cristianos desde Sicilia, interrumpieron el ataque. Unido a los esfuerzos para la toma de San Telmo, que a la postre resultaron excesivos, otro error estratégico del mando turco, visto a posteriori, pudo ser no encargarse de los caballeros dispersos por el resto de la isla.

Las bajas otomanas se contaban por miles, casi no les quedaba munición y, para colmo, había llegado la noticia de la llegada de un socorro cristiano procedente de Sicilia. Los turcos desesperados reanudaron su bombardeo contra San Miguel y Birgu, empezando un último asalto masivo contra la ciudad entre el 19 y el 21 de agosto.

La situación era tan desesperada que, en algún momento de agosto, el Consejo de Ancianos decidió abandonar la ciudad y retirarse al Fuerte de San Ángel. Pero Valette no permitió hacerlo, pues intuía que los turcos estaban perdiendo su ímpetu, como después quedó demostrado.

Bombardeo otomano sobre las murallas de Malta

El rescate se hizo esperar, pero el día 7 de septiembre se dio el paso clave. Don Álvaro de Bazán, quien será unos de los héroes de la Batalla de Lepanto, venció la línea de defensa turca con 60 galeras. Embarcada en la flota de rescate iban tropas del maestre de campo Gonzalo de Bracamonte, procedentes de Córcega, de Sancho de Londoño, venidas de Lombardía, y las de Álvaro de Sande, procedentes de Nápoles. El grueso de las fuerzas cristianas lo conformaba el Tercio de Sicilia, aportado por García de Toledo. El duque de Florencia y el de Génova también enviaron varias embarcaciones. Una fuerza de 9.600 cristianos desembarcó el día 8 de septiembre en la bahía de San Pablo. En tierra, las fuerzas españolas formaron rápidamente los temidos cuadros de los tercios y emprendieron una marcha de tres días.
Los turcos, que preparaban el asalto final, comprendieron su desventaja y asumiendo su derrota, emprendieron la retirada. Pero en el último momento, el 11 de septiembre, un soldado morisco se pasó a los turcos y les informó de que los refuerzos eran de solamente 5.000 hombres. Creyendo aquello, el comandante otomano suspendió el embarco y se preparó para el combate.

Viendo a los turcos acercarse, Álvaro de Sande, en punta de la vanguardia española, cargó sobre los otomanos que iban a tomar posesión de una colina, con una única compañía de arcabuceros, sin esperar a ponerse la coraza o a recibir órdenes. Los desmoralizados turcos, asombrados por el ímpetu del ataque y creyendo que se les venían encima todas las huestes de la Monarquía Católica, dieron media vuelta y huyeron, siendo acuchillados hasta que se embarcaron. El 12 de septiembre desapareció en el horizonte la última vela turca. La isla de Malta y la cristiandad entera se habían salvado.

Huida de los otomanos

Las bajas turcas fueron sin duda alguna demoledoras (unos 25.000). Por su parte, Malta habría perdido un tercio de sus caballeros y un tercio de sus habitantes. Birgu y Senglea habrían quedado totalmente arrasadas, y hubieran sido incapaces de resistir un nuevo ataque turco. Valette, agotado, sugirió incluso la derrotista idea de abandonar Malta y arrasarla por completo, y que los caballeros se instalaran en un puerto siciliano, a ser posible Siracusa. El envejecido Valette era un hombre agotado y hundido por los rigores del asedio, y tras una breve enfermedad, murió al cabo de tres años, el 21 de agosto de 1568.

El sitio de Malta supuso un freno al auge otomano en el Mediterráneo y permitió a la Europa cristiana, especialmente a los Habsburgo, frenar el avance del sultán Solimán hacia el oeste. La guerra marítima entre la Cruz y la Media Luna siguió en el Mediterráneo dando lugar a la decisiva Batalla de Lepanto en 1571.

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FRANCISCO HERNÁNDEZ VARGAS

Almeriense de raíces granadinas, soy diplomado en turismo con especialización en equipos de venta y marketing además de un amante de la historia.

Revenue Manager de profesión, soy autor y director de la web batallasdehispania.com. He especializado mi trabajo de divulgación histórica española mediante charlas y a través de diversos medios de comunicación con la intención de darla a conocer de una forma accesible y entretenida.

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